domingo, 2 de noviembre de 2008

Rimas - XI

Voy a confiarte, amada,

uno de los secretos

que más me martirizan. Es el caso

que a las veces mi ceño

tiene en un punto un mismo

de cólera y esplín los fruncimientos.

O callo como un mudo,

o charlo como un necio,

suplicando el discurso

de burlas, carcajadas y dicterios.

¿Que me miran? Agravio.

¿Me han hablado? Zahiero.

Medio loco de atar, medio sonámbulo,

con mi poco de cuerdo.

¡Cómo bailan, en ronda y remolino,

por las cuatro paredes del cerebro

repicando a compás sus consonantes,

mil endiablados versos

que imitan, en sus cláusulas y ritmos,

las músicas macabras de los muertos!

¡Y cómo se atropellan,

para saltar a un tiempo,

las estrofas sombrías,

de vocablos sangrientos

que me suele enseñar la musa pálida,

la triste musa de los días negros!

Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías

de soñador neurótico y enfermo!

¿Quieres saber acaso

la causa del misterio?

Una estatua de carne

me envenenó la vida con sus besos.

Y tenía tus labios, lindos, rojos

y tenía tus ojos, grandes, bellos...

No hay comentarios: