domingo, 2 de noviembre de 2008

Marina

Mar armonioso.

mar maravilloso,

tu salada fragancia,

tus colores y músicas sonoras

me dan la sensación divina de mi infancia

en que suaves las horas

venían en un paso de danza reposada

a dejarme un ensueño o regalo de hada.


Mar armonioso,

mar maravilloso

de arcadas de diamante que se rompen en vuelos

rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,

espejo de mis vagas ciudades de los cielos,

blanco y azul tumulto

de donde brota un canto

inextinguible,

mar paternal, mar santo,

mi alma siente la influencia de tu alma invisible.


Velas de los Colones

y velas de los Vascos,

hostigadas por odios de ciclones

ante la hostilidad de los peñascos;

o galeras de oro,

velas purpúreas de bajeles

que saludaron el mugir del toro

celeste, con Europa sobre el lomo

que salpicaba la revuelta espuma.

Magnífico y sonoro

se oye en las aguas como

un tropel de tropeles,

¡tropel de los tropeles de tritones!

Brazos salen de la onda, suenan vagas canciones,

brillan piedras preciosas,

mientras en las revueltas extensiones

Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.

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